jueves, 11 de febrero de 2010

Miedo a la escuela


Hace unos días, unos amigos  me pidieron consejo sobre su pequeño de preescolar, que repentinamente empezó a llorar y decir que no quería ir a la escuela. Escribí algunas cosas en mi calidad de padre de tres que han pasado por las mismas, cada uno a su manera, y un poquito como psicólogo educativo. Como ellos me respondieron que lo escrito les fue útil, pues lo pongo ahora aquí, con el ánimo de que sirva a más gente.

Muchas veces, los niños sienten miedo verdadero al cambiar cosas de su mundo que ellos consideraban estructurales. Es como si de pronto, para nosotros adultos, dejara de salir el sol, o las cosas no cayeran hacia abajo. Pienso que es muy probable que eso le pase a muchos niños cuando empiezan a ir a la escuela o cuando ya iban y repentinamente dejan de querer ir. Cuando además la maestra maneja las cosas de manera distinta que la maestra anterior, la diferencia se hace más visible y se desata la ansiedad. Cuando eso pasa, durante unas semanas será difícil la ida a la escuela, y además es posible que a cualquier hora del día que el niño se acuerde de que tendrá que ir al día siguiente a la escuela (y tal vez llore un poco). Cosas para ayudarle a elaborar más pronto la idea de que la nueva maestra es distinta que la antigua pero no por eso es mala:

  • Buscar libros con ilustraciones grandes y pocas letras sobre el conflicto de ir a la escuela, y leérselos frecuentemente. He usado uno llamado "Martino va a la escuela", pero hay muchos de ese estilo. Tras leerle, o durante la lectura, si él dice cosas espontáneamente, hay que escucharlo con atención y comentar, y preguntar de manera no demandante, sino como en una conversación casual.

  • También se le puede contar un cuento inventado sobre un niño que no quiere ir a la escuela y no quiere decir por qué. Muchos niños pueden comentar lo que les pasa y elaborarlo mejor cuando se despegan del problema y sienten que están hablando de otro niño.

  • Platicar con la maestra un momento, de cosas triviales y agradables, a la hora de dejar al niño o a la hora de recogerlo puede ser una buena manera de que él vea que sabes de que la maestra es otra, y que no es amenazante. 

  • Si esto no es posible, tal vez se podría pedir una cita con ella, procurando que el niño esté presente, y en que, más que hablar de la escuela, se comenten cosas amigables. Podrías empezar por "mi amigo Lazarus me recomendó que para este asunto de la angustia escolar platicáramos un rato, en presencia de mi niño, sobre cualquier cosa, para que él vea que somos amigos". Si la maestra capta, te dará unos 5 o 10 minutos de charla tranquila y tu hijo verá que no es mala persona, porque tú la aceptas (tú eres su medida de lo malo y lo bueno, mientras él aprende a hacer sus propios juicios).

  • Por supuesto, siempre preguntarle cómo le fue en la escuela, y escuchar de veras con atención lo que él tenga qué decir al respecto, sea bueno, malo o neutral. Preguntarle, interesarse... esas cosas hacen que él vea que la escuela es algo cotidiano.

  • No ceder a la tentación, causada por la aflicción de verlo llorar, a dejar de llevarlo. Los niños toman la medida pronto de ese tipo de cosas, y si ven que funcionan, las repiten. Hace años tuve un paciente que llevaba cerca de dos años sin ir a la escuela porque había aprendido a chantajear a sus padres y éstos no se decidían a cambiar el asunto.

  • Finalmente, existe siempre una pequeña, muy pequeña en realidad, posibilidad de que la angustia del niño esté justificada; de que haya algo amenazante en la escuela en realidad. No hay que ser paranóicos al respecto, ni dar las cosas por hecho. Una de las peores cosas que uno puede hacer es imaginarse que le hacen cosas malas a su niño en la escuela y luego darlas por hecho y comentarlas, porque el niño las oirá y creerá que es verdad que la escuela es mal lugar (tú eres su juicio mientras él desarrolla el suyo). Tampoco es buena idea llegar a la escuela en plan de energúmeno que exige que se trate mejor a su niño. Sí puede ser buena idea llegar muy tranquilos y comentar que les gustaría explorar si está pasando algo en la escuela que no ha logrado encajar el niño, y que le está causando angustia. Los ojos y oídos bien atentos no hacen daño, pero también hay que mantenerse en la realidad.

Espero que estas notas te sean de utilidad.

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