jueves, 22 de diciembre de 2011

GarageBand, la música y yo



Aprendí a tocar guitarra hace muchos años. Me gusta pensar que tocarla fue algo que me ayudó mucho a pasar la adolescencia de manera tersa. A veces, pasaba horas en mi cuarto tocando. Trataba de sacar las canciones que me gustaban del radio, y por eso las grababa. Mi grabadora tenía dos casettes y radio, lo cual me permitía grabar del radio sin ruido externo y también me permitía grabar una canción con mi guitarra y luego agregarle otra voz (mi misma voz) y otra guitarra (después descubrí que ese proceso se llama overdubbing). Pero nunca podía agregar más instrumentos o más voces, porque la calidad de la grabación se degradaba rápidamente con cada nueva sobregrabación.


Hace unos días, trasteando con un iPad, encontré esta aplicación que se llama GarageBand y... ¡rayos! descubrí que es la respuesta a la plegaria que hice tantos años por tener la posibilidad de hacer overdubbing de más de una vuelta.


GarageBand para iPad permite grabar hasta 7 insturmentos o pistas de voz (o una combinación de ambos). Los instrumentos pueden ser instrumentos reales, que se conectan al iPad mendiante un aparato especial (que no tengo) o pueden ser instrumentos virtuales, que vienen con el mismo programa. 


Pues ¿para qué lo niego? Me obsesioné rápidamente y dediqué parte de las noches a aprender a usarlo y a hacer algunas cancioncitas.


En esta liga te presento la primera que me salió. La canción se llama Lámparas Apagadas, y desconozco el autor así como el grupo que la tocaba en los ochenta (yo la aprendí a partir de una grabación que hice, un día que la tocaron en vivo). Eso sí, sé que es lo que llamaban en ese momento Rock Urbano o incluso Rock Rupestre... si alguien tiene más datos de los autores o intérpretes, se agradecerá.


Para ligar el archivo, lo único que se me ocurrió fue 4shared. Si hay mejores sugerencias, las escucharé con gusto, para cuando ponga mis posteriores engendritos.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Los números


Hace unos días, AK, de 6 años, me dijo, muy misteriosa, cuando llegué en la noche:

-Papá, descubrí una cosa

-¡Cuéntamela!

-Cada vez que se acaban los números ¡Dios inventa otro número!

martes, 15 de noviembre de 2011

Los tramposos

Pablo (11 años), Tania (9 años), AK (6 años) y yo volvíamos de la tienda. Pablo y Ak decidieron irse por un camino, y Tania y yo por el otro. Al separarnos, caminábamos lenta y disimuladamente. En cuanto dejamos de ser visibles, Tania y yo corrimos, para llegar primero que ellos. Cuando llegamos, ellos ya estaban ahí, y fingían dormir (gesto que hacemos siempre para expresar que llegamos hace muuucho tiempo). Se dio el siguiente diálogo entre Tania y Pablo:


-¡Tramposos, llegaron primero porque se fueron corriendo!
-¿Cómo lo sabes?
-Porque nosotros también corrimos, y de todos modos nos ganaron...


O_o

lunes, 14 de noviembre de 2011

Tengo un teléfono celular



El mendigo se acercó a nuestro pequeño centro de enseñanza del Internet el 13 de enero de 2010. Su manera de hablar era confusa; probablemente su mente también:


-Tengo un celular ¿verdá? y pus quiero aprender lo del interné, porque tengo que mandar un correo, para quedarme con el celular con todas las de la ley ¿verdá? y quiero ver si ustedes pueden ayudarme. Tengo que mandar un correo y una imagen. Es muy importante-.


Como no olía a alcohol ni parecía drogado, decidimos ayudarle. Lo sentamos en la máquina #7 y le dijimos que entrara al navegador. Cuando nos dimos cuenta de que nunca había tocado una computadora en su vida, le expliqué que necesitaríamos muchas clases para llegar hasta el correo electrónico. Que si era constante, probablemente en menos de un mes ya sabría enviarlos.


-No, no, eso no puede ser ¿verdá? no quiero cargar tanto tiempo con algo que no es mío. ¿Hay modo de que sólo me enseñen a mandar correo?


Le explicamos que no podía ser, que no se puede aprender eso primero, pero ante su cara desolada, le ofrecimos mandar nosotros el correo que estaba pidiendo. Su rostro se iluminó, y prometió aprender todo lo demás si le ayudábamos ya a mandar su correo. Quedamos en que lo mandaríamos desde una de las cuentas del aula, y que él volvería otro día para ver si le respondían.


Se aclaró la voz y empezó a leer, con dificultad, en un pequeño teléfono celular, muy nuevo y caro que sacó de su sucio bolsillo:


-Hay que mandárselo ¿verdá? a una persona que se llama macpip ¡uy, luego esta letra rara que parece una a y una o al mismo tiempo!, y se apedilla otmailcon


Ruiz y yo nos miramos. Como Ruiz es muy bueno para ver patrones donde parece haber ruido al azar, resolvió el problema antes que yo, escribiendo macpip@hotmail.com


-Ora, el mensaje. Primero la introduición, para que la señora no se vaya a espantar: "estimada señora, esto que le pongo abajo ¿verdá? me lo encontré en un celular, por favor, dígame si me lo puedo quedar, y no se olvide de leer el mensaje porque me está costando muncho trabajo que usté lo tenga y espero que le de paz a su alma, y que usté esté muy bien con todo respeto, Poncho el chimuelo"-.


Luego Poncho el chimuelo nos siguió dictando lo que leía en el celular:


"Mi amor:
El capitán del avión nos acaba de decir que un motor falla, y nos vamos a estrellar. No sé si saldré vivo, ni si esto que estoy escribiendo en mi celular te llegará algún día. Pero tengo que intentarlo. He puesto un mensaje en la pantalla, pidiéndole a quien lo encuentre que te mande la última foto que acabo de tomar y este mensaje, a cambio de quedarse con el teléfono. Todo mundo grita y llora en el avión. Yo no, mi vida. No tendría sentido. Mejor te escribo, y te digo que fue muy hermoso conocerte, estar a tu lado todos estos años, que tú le diste a mi alma paz que ahora estoy utilizando. No siento que la vida me deba nada. Sólo lamento no poder volver a mirar tus ojitos. Pero los recuerdo muy bien. Me acompañan en estos momentos. No creas que no tengo miedo, sí tengo. Te prometo que haré lo más que pueda para sobrevivir."


Atónitos, conectamos el teléfono y transferimos al correo la imagen de un hombre de apariencia muy normal, sonriendo y levantando una mano en señal de saludo. A su alrededor todo era caos. El hombre sonreía ante todo eso, seguramente sólo para tranquilizar a macpip.


Después de ese día, Poncho el chimuelo pasó cada día por nuestro centro de enseñanza, preguntando si había respuesta "de la señora macpip". Y además, se quedaba a aprender dos o tres cosas sobre la computadora. Le costaba trabajo sentarse y atender mucho tiempo, pero preguntaba sobre lo que había en la pantalla en ese momento, y al parecer, lo iba comprendiendo. Un mes y medio después, llegó una breve respuesta, de una dama muy agradecida.


Cuando Poncho la leyó, se le iluminó el rostro y nos dijo -Tengo un celular ¿verdad? y he ayudado a esa señora a sentirse bien ¿quién lo hubiera pensado?-.


-Nadie, Poncho, pero tú lo hiciste- le dijimos.


Nos dio gusto que eso sucediera exactamente el mismo día en que Poncho empezó su trabajo de capturista en nuestras oficinas.

sábado, 12 de noviembre de 2011

La manzana de hierro


Ayer tuvimos una buena sesión jugando Rory's Story Cubes con los niños. Tiras los dados y tienes que construir una historia basándote en los dibujos que salgan en las caras superiores. A mí me salió ésta tirada:



Había una vez un abuelo que quería mucho a su nieto. Y su nieto a él. Pero un día, el nieto se enfermó. Los doctores no sabían qué era, no conocían esa enfermedad. Sólo sabían que el niño cada vez estaba más débil. El abuelo le preguntó a las estrellas qué podía hacer, y sintió en su corazón que una de ellas le decía "busca la manzana de hierro, y refleja mi luz en ella, para que la vea tu nieto". El abuelo no había nunca escuchado sobre una manzana de hierro, pero decidió salir a buscarla. Preguntando preguntando en cada pueblo por el que pasaba, se fue acercando más y más al árbol-que-daba-manzanas-de-diferentes-metales. Cuando ya estaba muy cerca, se encontró con que tenía que atravesar un puente para llegar. El árbol se veía justo al otro lado. El abuelo estaba a punto de pisar el puente cuando un pez enorme y con una boca como para tragar abuelos le dijo -si tú pisas MI puente, te comeré de un bocado-.
-Estimado pez- dijo el abuelo -no querría yo pisar tu puente tan bonito y bien construido si no fuera porque necesito una manzana del árbol que está al otro lado. Por favor, permíteme pasar-.
-¡Claro que no!-dijo el pez. -Este puente es sólo mío, MÍO-.
Ante la negativa, el sagaz abuelo no se amilanó. Sacó de su maletín una Caja de Faraday y de ella un imán enorme y potentísimo. Y al hacerlo, la manzana de hierro se desprendió del árbol y voló hacia sus manos. El pez se quedó con la bocota abierta (dicen que desde entonces todos los peces están así, posiblemente porque él se lo contó a todos) y el abuelo pudo volver y reflejar la manzana de hierro en la estrella, lo cual sanó inmediatamente a su nieto.

Una disculpa por las licencias científicas que me tomé en aras de poder terminar el cuento con el último dado.

sábado, 1 de octubre de 2011

Multidimensiones

-¡Ah! al fin logré viajar en el tiempo. ¡Mi máquina sirve! ¡No reconozco nada de lo que veo! Ahí viene un paseante con cara de atarantado... veamos, veamos en qué época estamos... Disculpe, amigo ¿podría decirme en qué siglo estamos?

-Es el siglo del murciélago frugívoro.

-¡Gran Pratchett! Otra vez inventé una máquina para viajar entre dimensiones, no en el tiempo. Rayos, de regreso al taller.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Licencia de uso

Casi todas las cosas que circulan por los mundos 1.0 y 2.0 tienen una licencia de uso. Me parece maravillosa la siguiente licencia, vista en el sitio de Los León, y traducida por el gran Gunds Elf:

El acuerdo de licencia para el libro de texto "Introducción a la Comunicación de Datos" de Eugene Blanchard, 2007:

Desde la revision 2.0 este libro tiene el siguiente acuerdo de licencia. A usted se le permite usarlo, verlo, modificarlo sin permiso del autor Eugene Blanchard, siempre y cuando usted se comprometa a lo siguiente:

* Usted tratará de ser una mejor persona hoy que ayer
* Usted ejercitará tanto su cuerpo como su mente
* Usted le dirá que las ama a las personas que le son queridas
* Usted defenderá los derechos de aquellos que no son capaces de defenderse por si mismos
* Usted no lastimará a los miembros de su familia, ni física ni emocionalmente
* Usted respetará a sus mayores y los cuidará en su momento de necesidad.
* Usted respetará los derechos de otros a creer en su propia religión
* Usted respetará los derechos de otros a tener su propia orientación sexual
* Usted mantendrá que todo hombre, mujer y niño tiene derecho a estar aquí y que todos son iguales sin importar su raza, credo o color.
* Usted actuará con honorabilidad en todos los aspectos de su vida personal y de negocios.
* Usted mantendrá a su familia en primer lugar y con prioridad sobre todas las otras cosas en su vida.
* Usted admitirá haber cometido un error cuando la ocasión se presente y se compromete a repararlo.

Este libro está disponible en línea en la esperanza que sea útil, pero SIN NINGUNA GARANTÍA; incluso sin la garantía de UTILIDAD MERCANTIL o de ser APROPIADO PARA UN PROPÓSITO PARTICULAR

¿No sería maravilloso que muchas de las cosas que usamos a diario, pusieran estas condiciones para ser usadas?

Gund Elf dice haberlo visto en boingboing.net, original en learnat.sait.ab.ca

viernes, 23 de septiembre de 2011

Bellísima, nuestra madre Gea

Gran paseo que nos muestra la belleza de nuestro planeta, ensamblado a partir de fotos de la NASA.



Visto en el blog de Pipe Nui

martes, 20 de septiembre de 2011

Sobre los espinautas (2)

Hace 2 años sentí que la carga de trabajo que tenía era demasiada, más que demasiada. Y traté de simplificar mi vida al máximo para poder realizarla. Entre las cosas que en ese momento sentí que tenía que sacrificar, estaba el grupo PCM, que es en donde los espinautas se reúnen ahora. No me salí, simplemente, dejé que montañas de mensajes se acumularan en la carpeta PCM, sin revisarlos.


La cantidad de trabajo no ha disminuido, pero estoy un poco más organizado y sólo por eso me atreví hace poco a ir leyendo todos los correos de espinautas que no había revisado en 2 años. Empecé a leer desde el más reciente, al más antiguo.


Así, me enteré hace unos días que un entrañable compañero, Luis del Valle, ha muerto. Lamenté a solas lo que mis compañeros espinautas lamentaron todos juntos hace un año. Leí las cosas hermosas que algunos de ellos escribieron sobre Luis, y me hice nuevamente el propósito de intentar ser mejor cada día, para que algún día se puedan decir cosas parecidas sobre mí.


Luego, ayer por la mañana, nuevamente revisando el correo de PCM al revés, encontré el último mensaje de Luis para los espinautas. Era un correo sencillo, en que opinaba sobre la manera en que debe decirse algo, con modestia y mucho conocimiento de la regla gramatical. No fue una despedida concebida como tal. Sólo fue el último mensaje que escribió para el grupo, probablemente ni él lo sabía.


Decimos, en PCM, que probablemente somos la comunidad virtual más antigua de México que aún existe. No sé si sea cierto, pero de cualquier modo, es un privilegio ser un espinauta. Han pasado formatos de moda, de animación, de interacción, inteligencias artificiales, redes sociales con mecanismos ingeniosos...  y nosotros seguimos utilizando el simple correo electrónico dirigido a un grupo de personas, sólo para decir Hola. Yo soy y tú eres. Vamos a compartir.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Sobre los espinautas


The Grid.

A digital frontier.
I tried to picture clusters of information as they traveled through the computer.
What do they look like? Ships? Motorcycles?
With the circuits like freeways.
I kept dreaming of a world I thought I'd never see.

And then, one day... 
I got in!

Daft punk





Nunca he escrito sobre los espinautas en mi blog. Sí de alguno de ellos, o alguna idea inspirada en algo que ellos dijeron. Pero nunca los he presentado formalmente en sociedad.


Tal vez sólo yo les llamo espinautas. Algunos de ellos sabrán perdonar esta libertad que me tomo, otros me harán un comentario sarcástico al final de esta entrada, otros simplemente no me pelarán. De cualquier manera, tengo que llamarles como les llamo siempre en mi mente cuando pienso en ellos.


Conocí a los espinautas en 1993. Mi amigo Gonzalo me dijo que era posible conectarse a una red a través de la computadora, utilizando un módem, y que había comunidades invisibles a las que se accedía sólo por ese medio. Me convenció de comprar un kit de iniciación de SPIN, un servicio de BBS de la Ciudad de México. Digo mal, no era "un servicio", sino "El Servicio". A partir del primer día en SPIN quedé cautivado de todo lo que se podía hacer ahí.


Principalmente, discutir sobre cualquier tema que uno pudiera pensar, con gente inteligente, agradable, ingeniosa, bien intencionada (en general). 


En este punto, resisto a la tentación de describir algunos espinautas connotados, principalmente porque haría omisiones, y no quiero eso. Solo diré que me siento muy afortunado porque ahí conocí muchísimas personas que al día de hoy considero mis amigos.


Mira, en ese entonces yo sólo conocía uno o dos nerds como yo. Y de pronto me di cuenta de que 


¡No estamos solos!


Y que los temas que a mí me interesan no son tan estrafalarios como la mayor parte de la gente que conocía en la realidad real me hacía creer. 


He aprendido mucho de ellos a través de los años, y cuando SPIN dejó de existir, nos organizamos para saltar de medio y seguir. Los primeros días en que conocimos Internet, poco después, nos parecieron como salir de nuestro ciber-pueblito para entrar a la gran ciudad. Algunos nos perdimos por un tiempo. Algunos ya no aparecieron, o no quisieron seguir en el grupo.


Tengo algo más que decir en este momento sobre los espinautas, pero temo que si hago escritos muy largos, nadie los lea. También temo decirlo mal por el apresuramiento, porque me pesa un poco en  el corazón lo que quiero escribir. Probablemente, lo haga mañana.

martes, 13 de septiembre de 2011

Reescribiendo a Conan

Pasé con mis tres pequeños frente a un letrero de la película por estrenarse Conan el Bárbaro. El letrero era como éste:


Por hacerme el chistoso, les dije "Conan el BARBERO" y se suscitó el siguiente diálogo:

AK (6 años): ¿Qué es un barbero?

Papá: Un señor que corta el pelo, o las barbas.

Tania (9 años): ¡Se me hace que le cortó demasiado a esa señora! ¡La dejó pelona!

Pablo (11 años): En cambio, Conan lo tiene demasiado largo.

AK: La señorita de arriba se parece a la ayudante de Conny (la que le corta el pelo a mis hijas).

Tania: ¡Já! Se me hace que el viejito de la navaja le está gritando a Conan ¡Regresa! ¡Déjate cortar el pelo!

Y yo, maravillado de que puedan recrear, inventar, transformar realidades, con esa enorme facilidad que todos tuvimos de niños, y que algunos dejamos olvidada no sabemos bien dónde.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Cartas a mí mismo

Uno a veces no se da cuenta, pero se escribe cartas a sí mismo. Cuando uno escribe recordatorios en papelitos, o en su agenda, en realidad lo que está diciendo es "Querido yo: como sé que eres un tonto de capirote y luego no te acuerdas, te pongo aquí las cosas que tenemos que hacer". Yo me escribo de esa manera todo el tiempo. 


Otra manera de escribirse uno mismo, es a través de un diario. Probablemente esa manera es muy conocida, y para quienes tienen la disciplina de escribir diariamente, seguro es una intención muy clara desde el principio. Yo nunca he podido hacerlo.


Pero una tercera manera es a través de un blog. Sé que muchos escribimos en un blog pensando que es para que los demás lo lean, y seguro es así en primera instancia. Pero al paso del tiempo, cuando ya nadie revisa mis viejas entradas de blog, yo regreso, y las miro y me asombro: la mitad o más de ellas no recuerdo haberlas escrito, hasta que las leo. A veces me agrada cómo era yo hace un año, dos, tres. A veces me regaño, o me disgusta cómo era. Pero siempre es iluminador.


Este fin de semana, leí varias de mis entradas antiguas en este blog. Aunque no lo parezca, aunque yo creía que tenía sólo unas 10 cosas puestas aquí, la verdad es que ya son bastantitas, y varias me gustan mucho. Mi conclusión del fin de semana, es que debo tratar de volver a escribir más seguido. No porque tenga perlas de sabiduría, ni nada, sino por el gusto que me dará en 10 o 15 años volver a leer estas cosas, volver a recordar los viejos tiempos.


Los viejos tiempos que son aquí y ahora.

viernes, 5 de agosto de 2011

Artista

Comeremos las raíces de las plantas 

que más nos hagan soñar;
para interpretar el mundo, 

suponiendo que haya algo que interpretar. 

El último de la fila

Todos sentimos alguna vez, en una madrugada gris y quieta, o en medio de una furiosa lluvia, o un día soleado y colorido, cosas en el corazón que queremos expresar.

No sólo eso: sentimos que podemos expresarlas de manera perfecta si nos esforzamos un poco, sentimos que podemos convertir eso que está adentro en algo que esté afuera, y que pueda ser comprendido en su totalidad. Sentimos el anhelo de sacarlo fuera.

Todos visitamos ese país de vez en cuando. Pero los que viven en él, lo sepan o no, lo desarrollen o no, son los artistas.

martes, 26 de julio de 2011

Círculos

Esta mañana, AK, de 5 años, me abrió sus bracitos desde su cama y me apretó con ellos al tender mi mejilla sobre la suya. Nos deseamos buenos días. Algo que no convertí en palabras flotó en el ambiente.
Media hora después, mi papá, que me dio un aventón para acercarme al trabajo, me dijo al bajarme de su coche: No sé por qué, siempre siento pesar cuando me separo de ti.

Eso cerró un círculo que me pareció tan bello que la parte del camino que recorrí andando tuve los ojos brillosos.

Y lo escribo ahora para no olvidarlo porque ¿qué hay más valioso que pudiera yo atesorar, sino estas cosas?

viernes, 10 de junio de 2011

Lo perdido y lo encontrado

Cuando somos niños y tenemos aún que entender cada cosa de este complicado mundo, a veces comentemos errores. Al llegar anoche a mi casa, me enteré de que un@ de mis hij@s había tomado un objeto de un compañer@ de clase (eso sí, creo que con permiso), y tras dos semanas, no lo había devuelto. Me enteré también de que no lo encontraba, por más que lo buscaba por todas partes, y que en su desesperación, había ofrecido un objeto que le parecía similar, junto con dos pesos, para tratar de reparar el daño. Pero el objeto tenía cierto valor, y la mamá del otr@ niñ@ pedía que se devolviera. Yo me imaginé rápidamente la angustia a lo largo de las dos semanas, y sobre todo, el hecho de haberla pasado a solas, sin tratar de que la familia ayudara a buscar el dichoso objeto.


Me enterneció lo de los dos pesos. Me di cuenta de lo atolondrado y cándido que puede ser un niño. Creo que el objeto que se ofrecía junto con los dos pesos, era uno de los objetos favoritos, así que debe haber habido cierta desesperación por resolver el asunto.


Como todo esto no me dejaba dormir, decidí hacer una lista de "lugares improbables". En ocasiones anteriores en que se han perdido cosas, he tenido la suerte de encontrarlas buscando donde nadie busca, en esos lugares improbables. Así que recorrí mentalmente la casa, pensando en sitios que nadie hubiera pensado en revisar. Mi lista era:


Debajo de los cojines de los sillones de la sala
En los compartimentos del coche
En el cajón del tocador que nadie abre porque está lleno de todo lo que no se sabe dónde guardar
Tras el tocador
Junto a la bocina que está junto al tocador
Bajo la cortina que está junto a la bocina junto al tocador
Bajo la almohada del hij@ que perdió el objeto
Tras el colchón y la almohada del mismo
Bajo las camas
Entre los zapatos, en el closet
En las puertitas de mi buró
Bajo el librero en forma de trenecito
En el closet del baño rojo
en el closet del fondo del pasillo
En la mochila del niñ@ de marras
En la ropa del niñ@ de marras


Tras terminar mi lista, me di cuenta de que tenía una descripción somera del objeto, pero en realidad no me figuraba cómo era. Pensé en preguntar al día siguiente, al despertar, exactamente cómo era. A lo mejor lo había visto en mi revisión nocturna (no creas que sólo hice la lista) y no me había dado cuenta de qué era. Me fui a acostar tarde, y le pedí a mi mente que escaneara sus recuerdos de ese tipo de objetos en las últimas 2 semanas, para tener el superpoder de encontrarlo por la mañana.


Al despertar, me informaron que el objeto era plateado y tenía una estrella así y asá. Entré al baño (para seguir mi secuencia habitual de bañado). Abrí el closet del baño. Levanté una cajita. Ahí estaba el objeto tan buscado.


La cara de mi hij@ al despertar y ver el objeto en mi mano fue un poema.


Con mucha seriedad, le dije que había tres lecciones que no había que perder, en esta difícil situación: 

  1. no adquirir responsabilidad por objetos de los demás, innecesariamente (de manera que no hay que llevarse, ni aunque nos los presten, objetos de los demás, a menos que sea muy necesario)
  2. apoyarse en su familia cuando tenga un problema
  3. dejamos la tercera para que tú, oh hipotétic@ lector@, la cocines por tí mism@.
¿Yo? Yo pasé el resto de la mañana silbando en mi mente una canción de Keith Jarrett (el Blues del Paris Concert).



martes, 24 de mayo de 2011

Muerte, amor, sabiduría y... zombies



Terry Pratchett "descubrió" el Mundodisco en 1983. O quizá unos pocos años antes, y debiera yo haber dicho que nos lo descubrió en ese año. En ese lugar a la orilla de la realidad, tan parecido a un mundo medieval de fantasía heroica, y también a nuestra Tierra en una época posmoderna, Pratchett nos cuenta historias extremadamente originales y divertidas. Los primeros 10 libros de la serie (que ya va en los treinta y tantos libros) tienen subidas y bajadas. Algunos me parecieron francamente olvidables al momento de llegar al punto final (Rechicero, Eric). Alguno me pareció memorable no sólo por divertido y original, sino porque tenía algo más en el fondo (Ritos iguales, Pirómides, Brujerías). Algo valioso.


Quiero aclarar que estoy hablando, hasta ahora, sólo de los 10 primeros libros. Pratchett ya mostraba gran oficio, desde El color de la magia, para trabajar las metáforas, las situaciones muy enredadas de manera muy clara, las descripciones de lo indescriptible y las sensaciones humanas. Pero algo me faltaba. Yo había leído primero el fantástico libro 12 (Brujas de viaje) y luego el 26 (Ladrón del tiempo) y ambos me parecían entrañables, maravillosos. Pensaba tras leer los 10 primeros que tal vez me había cansado la textura del Mundodisco y por eso no estaba apreciándolos, al decidir leer en orden la saga. 


O tal vez Pratchett estaba madurando como escritor.


El caso es que acabo de terminar el libro 11: El segador. Es una historia que avanza por rutas inimaginables que incluyen a los conocidos magos fatuos de la Universidad invisible, La Muerte, un pueblo de granjeros bailadores, mujeres-lobo, lobos-hombre, algo que debía ser un íncubo o un súcubo y en realidad era hombre-un-cubo, una medium tirando a talla pequeña, un zombie, un sargento de la guardia nocturna... todo en el gran escenario que se despliega a lomos de Gran A'Tuin, la tortuga de escala cósmica, todo cerrándose en un círculo al final de la historia que me dejó sin habla, conmovido, sintiendo que toqué de nuevas maneras ideas viejas, que me volví, con suerte, un poquito mejor.


Me gusta pensar que algo le pasó a Terry Pratchett en 1991. Algo maravilloso que hizo que dejara de ser sólo un escritor original, divertido, irreverente y con gran oficio, y se convirtiera en un escritor sabio y bondadoso. Sin perder sus cualidades previas, como las verduras hervidas el tiempo correcto.


Ya me estoy saboreando la relectura de Brujas de viaje, a 12 años de haberla leído por primera vez. ¿No es maravilloso el mundo?

sábado, 21 de mayo de 2011

El fin del mundo

Esta mañana, recordábamos que se había dicho tontamente que hoy sería el fin del mundo. Al mencionarlo, Tania, de 9 años, salto diciendo: pero eso va a ser después del boliche ¿verdad? (estaba emocionada porque iríamos al boliche esta tarde).

miércoles, 4 de mayo de 2011

La princesa, los bombones y el concurso de aviones

Pasé mucho tiempo sin escribir en este blog. Cosas que pasan, ya sabes. Pero decidí volver, y buscaba un tema que fuera especial para reiniciar. Por eso, te voy a contar sobre mi abuelo Enrique, y un cuento que "heredé" de él.


Mi abuelo Enrique era gran lector, y una persona apacible. Desde que yo era bastante pequeño, recuerdo que muchos familiares decían que me parecía a él, creo que en esos rasgos. Desafortunadamente, no tuve mucha oportunidad de profundizar con él en nuestra afición común: cuando él murió, yo era un niño que empezaba a leer. Tal vez buscando conocerlo más, o sólo por afición a los libros, me aficioné a mirar, y en algunos casos leer, los libros de su biblioteca. Sin darme cuenta, estaba conociendo una parte privilegiada de mi abuelo: sus gustos en lectura. Si pasas una vida leyendo, al final tu biblioteca, los libros que decidiste conservar, dicen mucho de ti. Por mi abuelo conocí a Giovanni Papini, a José Agustín, a Antoniorrobles.


Muchos años después, cuando la biblioteca de mi abuelo ya no existía, mi mamá tomó un taller de cuenta cuentos, y me pidió que le sugiriera algún cuento para relatar en su siguiente sesión. Recordé un cuento de Antoniorrobles justamente, aparecido en el número dos de la revista El cuento (primera época, julio de 1939, si mal no recuerdo), llamado La princesa, los bombones y el concurso de aviones. Le mostré a mi mamá el ejemplar de la revista, diciéndole que había pertenecido a mi abuelo, y ella preparó el cuento para su sesión de taller. Mi mamá me contó después que al contarlo se llenó de emoción, porque se dio cuenta de que era un cuento que leyó y conservó su padre por muchos años, y que tras otros tantos su hijo le sugirió que lo contara. Ese cuento es una especie de vínculo, con ese abuelo que no pude conocer bien, y por supuesto, también con mi madre. A mí me emociona cada vez que lo releo.


Pensaba transcribirlo aquí, porque creía que no había versiones digitalizadas de él. Sonnyluna (a quien le agradezco mucho) me mostró que el Proyecto Cervantes cuenta con una versión que puede leerse y descargarse aquí. Espero que lo leas y lo disfrutes. Me parece que la idea central sigue siendo vigente y apremiante.


Y este soy yo, diciendo que he regresado a escribir en este blog.