viernes, 5 de febrero de 2010

666

Me desperté de madrugada. Simplemente, se abrieron mis ojos y yo estaba (creía estar) totalmente lúcido. De pronto, un pensamiento se formó casi solo en mi mente: la razón por la que la numeración de los minutos termina en 60 debe ser para que no pueda formarse el número de la bestia con la hora y los minutos.

Volteé a mirar el reloj. Eran las 3:33. La mitad. Me di cuenta de que era la mitad.
Y que yo era medio bestia.

(Me encantaría decir que es un cuento que inventé, pero es la pura verdad).

3 comentarios:

  1. Jajajajajajajajajajaja. No puedo parar de reír. Esas vocecitas en tu cabeza hermano un día te van a volver loco de remate... pero cómo me diviertes. Besos.

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