lunes, 7 de diciembre de 2009

24 de abril de 1896

La misión que he aceptado hoy es una de las más extrañas que me han tocado. Y eso que me ha tocado de todo. Salgo de la máquina del tiempo, con un ligero vértigo como siempre, y compro rápidamente un carro con dos mulitas. Veo una mujer caminando penosamente por la plaza de un pueblito, con una canasta del mercado bastante llena. La mujer está embarazada. La llamo: "¡Doña Eufrosina! ¡Doña Eufrosina Camacho! Venga, súbase, yo la llevo.

La mujer sube al carro de mulitas y comenta que le duele mucho, que ella cree que ya va a nacer su niño. Miro ansioso los diarios para saber qué día es (es la manera más sencilla de saberlo sin despertar ideas raras). Diablos. Le explico rápidamente que soy doctor y que veo claramente que el niño que viene requiere de cirugía especial para sobrevivir. Le comento cómo en la clínica que tenemos cerca de la Ciudad de México está la mejor medicina para ayudarle. Se deja convencer, pero quiere comentarlo con su esposo. Se recuesta en el carro, y le doy un calmante. Me lo acepta porque no eran conocidos en la época; ella pensó que simplemente le estaba dando un vaso con agua. De cualquier manera, paso por el campo donde está su esposo y le informo la necesidad de llevarla hacia las cercanías de la Ciudad de México. Un viaje muy largo y cansado. Como yo me veo serio y de fiar, y ella se ve tan cómoda dormida en el carro, él se deja convencer. Iniciamos el viaje de varios días. El 24 de abril de 1896 llegamos a nuestro destino, un punto elevado pero relativamente plano en el sur del cerro del Ajusco. Mis compañeros ya han acondicionado ahí una cabaña con las mejores condiciones de limpieza posibles (nomás faltaría que hubiera un problema en el parto, dijo el jefe al planear la operación, mientras apretaba los dientes... ). Me preparo cuidadosamente, y Manuel (nos hemos tuteado desde el segundo día de viaje) ayuda a preparar a su esposa. Tras un rato de suspenso, en que me preguntaba si el rápido cursillo de ayuda en partos que me dieron sería suficiente (tiene que bastar, dijo el jefe, puesto que en la época no había de otra y el niño nació bien) el niño sale y empieza a chillar. Sus padres, contentos y emocionados (me siento cínico al decir que hasta agradecidos). Les dejo el carro de mulas y les digo que han de volver por ellos mismos, tras una semana, o cuando se sienta recuperada doña Eufrosina. Acepto un pago de tamaño habitual en la época, porque de otra manera hubieran sospechado, y me marcho, dejándoles la casita de montaña bien equipada con comida y leña para un mes completo.

Al bajar de la máquina del tiempo, de nuevo en mi querido 2018, le pregunto al Poyus: "¿qué pasó? ¿resultó?"
"Sí, may" me dice el Poyus "Resultó perfecto. El observatorio que estaba mal situado en Tonantzintla por ser Puebla la tierra natal del presidente Ávila Camacho, se encuentra ahora en el Ajusco, a una altura conveniente, con una orientación conveniente y ha servido de mucho más en sus casi ochenta años de servicio... ¿cómo le haces, maestro?"

Sonriendo y apretando las mandíbulas como hace el jefe, le contesto: "Calla, escucha, y aprende humildemente, Poyus".

4 comentarios:

  1. Muy bueno, el final ni lo esperaba.

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  2. ¡Gracias, Titus! Aprovecho para hacer dos confesiones:

    1.- La idea surgió cuando, durante una sobremesa, Juan Tonda dijo algo así como: '¿ustedes sabían que el observatorio de Tonantzintla está mal situado, y que eso se debe a que el presidente en turno era de Puebla?'. Así que gracias a Juan. Yo ni sabía que hay ahí un observatorio. Google-wikipedia me dieron el resto de la información. Tonantzintla se ve muy bonita en fotos; probablemente sea un lugar agradable para ir de visita.

    2.- Ni idea de si el Ajusco es un lugar adecuado para un observatorio ¿eh? me tomé la libertad poética de asumir que sí para el cuento, pero es sólo porque me di cuenta de que averiguar con certeza qué lugar relativamente cercano a Puebla (para poder hacer un viaje en mulitas) en que fuera adecuado hacer un observatorio saldría mucho de mis posibilidades técnicas.

    Saludos,
    Lazarus.

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  3. Adoro las historias de los viajes en el tiempo. Serîa tan simple arreglar estos tiempos con un simple viaje... Me gustarîa que este nuevo Escalopendra, enviado por los jefes de 2018, viajase a cierto dîa de 1953 en Sabaneta de Barinas, e impidiera que cierta pareja hiciera las diligencias necesarias para que el 28 de julio de 1954, naciera para desgracia de todos, cierto personaje funesto que ha acabado literalmente nuestro paîs. ¿Me lo presta, doctor?

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  4. Estimada Cimarrón, mucho gusto en que uses a "este nuevo Escalopendra". Pero no lo llamemos así. Es otro viajero en el tiempo, totalmente diferente (y el que visitó a Lope de Vega en otro post, es otro, más ácido). Dame un momento mmm... Sí, éste, el que arregla corporativamente el pasado y teme y admira a su jefe se llama Tomás Reckless.
    Ahora: pongamos por caso que Tomás Reckless evita la concepción de un dictador. Hay quienes dicen que el nicho hace al hombre. Sé que no es totalmente cierto, porque quiero creer en la voluntad, pero ¿qué nos dice que no se pone en su nicho otro, con otro nombre, pero igualmente nefastas mañas? Alguna vez leí algo como que para evitar tipos nefastos en puestos de poder, lo único que nos queda es, como sociedad, ir acotando las instituciones para que puedan hacer algunas cosas y otras no. Sé que los días son complicados para tu pueblo ahorita, y en verdad espero que puedan gestionar como sociedad un acotamiento al antropoide ése.
    Saludos,
    Lazarus.

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