Cuando uno va a regalarle algo a otro, en su cumpleaños (pero de veras con ganas de regalar, y no nomás de salir del paso), procura pensar y pensar en algo que le sea agradable al otro, y luego se levanta y lo busca hasta que lo consigue. Es decir: el que hace el regalo, hace algo que le cuesta trabajo, en honor del agasajado.
Y cuando uno es el agasajado, lo que quiere recibir es algo que le agrade.
¿Y si uno es a la vez el que quiere hacer el regalo, y el agasajado? pues hay que juntar las dos premisas anteriores, y lo que resulta es: algo que cueste trabajo pero que sea agradable.
Así que aprender algo nuevo, hacer actos aleatorios de bondad, sacar los mejores sentimientos y guardar los peores, son buenos regalos que nos podemos hacer a nosotros mismos el día de nuestro cumpleaños, porque cumplen con ser difíciles, pero agradables cuando se logran.
Qué lindo. Me gustó esto.
ResponderEliminarA mi me salieron lagrimitas cuando me regalastes el mazo de Magic. ¡!Felicidades
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