Hoy no vengo a contar un cuento. Quiero decirles de una reunión en la que acabo de participar casi por casualidad. Había personas dedicadas a la educación, de diferentes países. Uno de los participantes siempre me ha parecido extremadamente lúcido, inteligente, capaz. De esos que uno endiosa y los pone tan lejos que no los ve humanos. Pues ese hombre habló mucho rato sobre la tristeza que hay con las condiciones políticas y sociales de su país; pero también habló de cómo la gente decidida regaló agua y flores a los policías antimotines, y cómo éstos al darse cuenta de la buena intención se retiraron. Habló de un hombre al que le rompieron la nariz e hizo una rueda de prensa para explicar la necesidad de dejar de tener miedo en vez de ir a un hospital a atenderse.
Muchas cosas dijo, este caballero que me parecía antes tan cerebral y distante. Y al final, conmovido y con lágrimas, explicó que no quedaba más que seguir trabajando, en educación entre otras cosas, con todas sus fuerzas, para poder ayudar a cambiar esa terrible realidad.
Y yo me sentí sumamente privilegiado de estar ahí, atestiguando y aprendiendo.
Bendiciones que le pone a uno la vida por delante, mi buen doctor. Quizá funcione lo de las flores y el agua. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarAsí que, este extraordinario ser humano, debe ser una de las personas que días atrás lo volvieron ideonario. ¡Qué hermosa y sustanciosa experiencia!
ResponderEliminarSaludos, Fabs.