lunes, 1 de marzo de 2010

Kindle, de Amazon: una reseña

Llevaba un buen rato sin poner mensajes aquí. Una buena parte de la culpa la tiene el bendito trabajo, como siempre; pero debo aceptar que otra parte la tuvo el Kindle que recibí hace unos días. Sé que llego tardísimo a las reseñas. El objeto no es nuevo. La versión 1 circula desde noviembre de 2007; y la versión 2, de la que hablaré, circula con servicios internacionales desde octubre de 2009.

Primero quiero contar por qué me decidí a comprar un Kindle. Tengo una larga historia en lectura laboral y recreativa utilizando medios diferentes al papel. La intención siempre ha sido cargar mucha lectura con poco peso y espacio, y poder leer en cualquier momento en que se preste la ocasión: una fila larga en un banco, tráfico en las calles, una hora libre en un lugar aislado. He usado computadoras de escritorio, laptops, varios modelos de palm y una clié. Nunca me decidí a comprar un teléfono de ésos que ya son minicomputadoras, porque no uso mucho el teléfono y porque me parece herético que esas cosas no son estándar: cada modelo significa volver a aprender dónde están los menús. ¿Por qué quise comprar un Kindle teniendo aún las otras opciones? (sí, mi vieja y bella palm Tungsten E2 aún sirve) Yo me resistía. Pero:

a) La pantalla no echa luz. Casi ni parece una pantalla. En realidad es una especie de pizarrón blanco, cuyo sistema se parece un montón al magna doodle que seguro muchos recordamos de la infancia, aunque con mucho mejor resolución.
b) Me prometieron (y me cumplieron) una batería que tiene aproximadamente una semana de autonomía
c) Conexión constante y gratuita a Amazon, para comprar libros + sugerencias de libros basadas en mis elecciones anteriores + libros en general un poco más baratos que sus versiones en papel + descarga del libro que se compre en aproximadamente 60 segundos (todo esto, me lo cumplieron, oiga!).
d) Opciones de lectura activa: al topar con una palabra en inglés que se desconoce, elegirla con el cursor de Kindle y al pie saldrá una definición (también en inglés) + wikipedia constante, gratis y con búsqueda inmediata sobre lo que esté leyendo + poder subrayar y comentar el texto. Como dijo algún comentarista de este aparatito, tras un tiempo de leer utilizando estas capacidades, uno ya quiere usar el cursor hasta con los libros en papel. Se vuelve automático y útil.
e) La característica definitiva, que me hizo decidirme (junto con un empujón de ánimo de Don Charles Malagón) es el hecho de que pueden colocarse en el Kindle archivos personales de formatos variados, como pdf, doc, mobi y prc. Para mí esta característica es indispensable, puesto que puedo llevar todo mi trabajo de lectura y comentarios en un dispositivo pequeño. Desde mis tiempos de palm, recuerdo la frase de Unamuno: no lleves en tu cabeza lo que puedes llevar en tu bolsillo. Eso sí: los archivos deben ser transformados.Tras unos días de buscarle, he encontrado tres maneras de transformarlos que son satisfactorias, y que permiten hacer lectura activa con ellos (si los pdf se transfieren simplemente, quedan más o menos como imágenes; no se pueden hacer varias cosas con ellos; si hay interés, ya pondré en otro artículo los métodos que descubrí).

En fin, que una venturosa tarde de febrero me llega un paquete, una caja de cartón sencilla, que dentro tiene un delgadísimo aparato que a primera vista parece una minilaptop que no se dobla, luego parece una tablet pc o un iPad, y finalmente no se parece a nada al observarlo detenidamente. Me siento un poco como un steampunk, porque el objeto no tiene una pantalla de cristal líquido, ni de plasma, sino otra cosa que parece venir del pasado. Tras unas pocas vacilaciones mientras empiezo a leer la guía en pantalla, entiendo el funcionamiento, lo generalizo, y luego lo automatizo; como era la intención de Amazon, uso el Kindle como uso un libro: sin fijarme en él, y fijándome en lo que leo. Kindle desaparece y sólo queda un autor hablándome, como ha sido desde que tengo seis años y libros de papel.

La compra me pareció muy satisfactoria. Tratando de decir el precio de una manera que sea significativa para mis (dos) lectores no mexicanos, diré que cuesta, ya con impuestos, aranceles, gastos de envío y demás, lo que un teléfono celular de media pinta; no muy nuevo, no muy viejo. Me dan ganas de hacer unas cuentas para ver si sale más barato que cada niño mexicano tenga un Kindle y se le distribuyan sus libros de toda la primaria y secundaria en archivos por internet, o el actual esquema de libros gratuitos (es decir, pagados con los impuestos de todos los mexicanos) en primaria y secundaria, de papel, que se distribuyen tortuosamente, por vías que no siempre llegan a buen puerto... no sé si las cuentas quedarían a favor del Kindle, pero pienso que, si acaso, no perdería por mucho. Cuando veo mi objeto de lectura, siento que estoy viendo el futuro, con cada alumno cargando sólo un "libro" a la escuela. Con cada niño mexicano accediendo a todos los libros que pueda y quiera leer, y no sólo a sus libros de texto. Pienso en Borges y su libro de arena. Pienso en todo lo que voy a aprender y me voy a divertir tan sólo diciendo las palabras mágicas y apretando un botón.

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