El embajador se levanta de su asiento repentinamente y hace un anuncio a viva voz:
-Voy a hacer pipí. Si alguno de los caballeros presentes se encontrara en la misma necesidad, le comino a que utilice el mingitorio después de mí, y que el último le jale.
Cuatro o cinco hombres salen del salón tras el embajador. Las damas, sentadas en corro, comentan: Qué conciencia ecológica, la del embajador. Qué porte para solicitar a los demás que utilicen la menor cantidad de agua. Es todo un caballero.
¡Ahhh qué bien! Bonita forma de ver lo que sería un futuro más agradable... aunque yo personalmente no puedo ser tan optimista.
ResponderEliminarMe gustan tus micro cuentos con moraleja no ñoña.
Pedro.
¡Doctorrrrr! ¿Acaso Ud. no sabe que ya esa época comenzó? Pásese por un mingitorio público para que huela el resultado de la conciencia conservacionista de algunos seres humanos de hoy día. Pareciera que no sólo están preocupados por conservar el agua en el planeta. ¡Hasta parece que quisieran conservar el resultado de sus micciones para la posteridad!
ResponderEliminarSaludos
Doc un placer leerlo de nuevo;)
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