Tú sabes que Wikipedia es la enciclopedia más grande del mundo, así como uno de los trabajos colaborativos más impresionantes de la era Internet. Su fundador, Jimmy Wales, hace una solicitud a todos aquellos que gozan de y creen en la Wikipedia.
Me impresiona mucho la claridad que tiene Wales para hacer su solicitud, y para contagiarnos su visión. Independientemente de que sería bueno que leas completo su breve escrito, quiero comentarte una línea que me golpea especialmente fuerte:
"Imagina un mundo en el que cada persona del planeta tuviese acceso libre a la suma del conocimiento humano. Ése es nuestro objetivo y, con tu ayuda, lo conseguiremos."
¿Considerarías el hacer una donación?
Ideas, cuentos breves, pseudopoesía, diálogos de la vida real, preguntas. Todo calientito y listo para llevar.
miércoles, 30 de diciembre de 2009
domingo, 27 de diciembre de 2009
El circo de la mariposa.
Posiblemente lleva mucho tiempo en la red, y en una de ésas ya lo conoces. Sin embargo, en estos días en que es usual que recarguemos nuestro componente de optimismo, creo que no está de más poner aquí esta bella historia, escrita y dirigida por Joshua Weigel.
Queda, sólo para tus ojos y para tu entendimiento, El circo de la mariposa:
Y la segunda parte:
No me es posible añadir nada de valor a esto, tan hermoso.
Queda, sólo para tus ojos y para tu entendimiento, El circo de la mariposa:
Y la segunda parte:
No me es posible añadir nada de valor a esto, tan hermoso.
Nuestros libros inolvidables
Tal vez es un exceso pensar que este mecanismo que experimento en mí mismo está generalizado, pero me lo permitiré, por esta vez:
Vemos la portada de ese objeto que se llama libro y que tiene apellidos y autor. La portada, la contraportada, su textura, su hechura. Su volumen y su peso. Los colores que ostenta, dentro y fuera. A veces, características especiales, como una encuadernación preciosista o las tintas del forro.
También ocurre que a veces contemplamos lo que no está en el aspecto superficial del objeto: un amigo nos platicó sobre ese libro, o leímos otros del autor que nos son entrañables, leímos reseñas, escuchamos el título (y nos golpeó como un anticipo de la maravilla), vimos una frase citada...
Todas estas cosas, a veces unas y a veces otras, son nuestra imagen de un libro antes de leerlo. Nuestra imaginación nos dice que es o no un libro que queremos leer. A veces, nuestra imaginación nos dice que es un libro maravilloso que debemos leer cuanto antes. Lo compramos. Lo acariciamos al llevarlo a casa, o no aguantamos más y paramos en un café para empezarlo. Degustamos de nuevo la portada, y los detalles que nos atrajeron. Lo miramos escrutadoramente y le decimos en nuestra mente: ¿Qué cosas maravillosas me vas a decir?
Y finalmente, lo leemos.
Hay veces que el libro corresponde con nuestras expectativas. Al terminarlo, lo entubamos con ademán satisfecho en el retacado librero. Otras veces nos decepciona. Alguno es tan diferente a lo que creíamos y lo que queríamos, que simplemente nos es imposible terminarlo a pesar de lo disciplinados que somos.
Pero hay algunas ocasiones especiales en que el libro va más allá de nuestras expectativas. Aunque teníamos expectativas altas, nuestra imaginación no alcanzaba hasta donde llegó este libro. Nuestros ojos se abrían más y más al leerlo, porque era fascinante, inimaginable antes de sí mismo, inesperadamente maravilloso.
Al terminarlo, suspiramos porque quisiéramos que durara más. Y pasa a ser uno de nuestros libros inolvidables.
Vemos la portada de ese objeto que se llama libro y que tiene apellidos y autor. La portada, la contraportada, su textura, su hechura. Su volumen y su peso. Los colores que ostenta, dentro y fuera. A veces, características especiales, como una encuadernación preciosista o las tintas del forro.
También ocurre que a veces contemplamos lo que no está en el aspecto superficial del objeto: un amigo nos platicó sobre ese libro, o leímos otros del autor que nos son entrañables, leímos reseñas, escuchamos el título (y nos golpeó como un anticipo de la maravilla), vimos una frase citada...
Todas estas cosas, a veces unas y a veces otras, son nuestra imagen de un libro antes de leerlo. Nuestra imaginación nos dice que es o no un libro que queremos leer. A veces, nuestra imaginación nos dice que es un libro maravilloso que debemos leer cuanto antes. Lo compramos. Lo acariciamos al llevarlo a casa, o no aguantamos más y paramos en un café para empezarlo. Degustamos de nuevo la portada, y los detalles que nos atrajeron. Lo miramos escrutadoramente y le decimos en nuestra mente: ¿Qué cosas maravillosas me vas a decir?
Y finalmente, lo leemos.
Hay veces que el libro corresponde con nuestras expectativas. Al terminarlo, lo entubamos con ademán satisfecho en el retacado librero. Otras veces nos decepciona. Alguno es tan diferente a lo que creíamos y lo que queríamos, que simplemente nos es imposible terminarlo a pesar de lo disciplinados que somos.
Pero hay algunas ocasiones especiales en que el libro va más allá de nuestras expectativas. Aunque teníamos expectativas altas, nuestra imaginación no alcanzaba hasta donde llegó este libro. Nuestros ojos se abrían más y más al leerlo, porque era fascinante, inimaginable antes de sí mismo, inesperadamente maravilloso.
Al terminarlo, suspiramos porque quisiéramos que durara más. Y pasa a ser uno de nuestros libros inolvidables.
sábado, 26 de diciembre de 2009
nostalgia cibernética
En varios juegos de Wii, el artefacto actual de Nintendo, puede hacerse uso de lo que llaman Mii, que es una representación caricaturizada de los usuarios. Esta representación es diseñada y mejorada directamente por quien tiene un Wii, y en algunos casos está muy bien hecha; para muestra este botón.
Como decía, hay juegos en que el Mii que te hiciste puede interactuar con los Mii de otras personas, normalmente, los de tus familiares y amigos, que están guardados en el mismo Wii. En ocasiones, como en el juego Wii fit, estás jugando y algunos de los espectadores son esos Mii de familiares y amigos.
Cuando los Mii están bien logrados, llegas a percibir, con un pequeño punto de realidad, que son las personas de tu familia y tus amigos (ayuda a ello que como los juegos de Wii son muy sociables, probablemente tus verdaderos familiares y amigos estarán ahí, de modo que habrá comentarios del tipo "mira, tío, me saludaste en la pantalla").
Una pregunta que me parece de interés para la psicología es ¿qué sentirá alguien cuando de pronto, al estar jugando, uno de los Mii aleatorios que aparecen en la pantalla es el de un ser querido que ha muerto?
Como decía, hay juegos en que el Mii que te hiciste puede interactuar con los Mii de otras personas, normalmente, los de tus familiares y amigos, que están guardados en el mismo Wii. En ocasiones, como en el juego Wii fit, estás jugando y algunos de los espectadores son esos Mii de familiares y amigos.
Cuando los Mii están bien logrados, llegas a percibir, con un pequeño punto de realidad, que son las personas de tu familia y tus amigos (ayuda a ello que como los juegos de Wii son muy sociables, probablemente tus verdaderos familiares y amigos estarán ahí, de modo que habrá comentarios del tipo "mira, tío, me saludaste en la pantalla").
Una pregunta que me parece de interés para la psicología es ¿qué sentirá alguien cuando de pronto, al estar jugando, uno de los Mii aleatorios que aparecen en la pantalla es el de un ser querido que ha muerto?
viernes, 25 de diciembre de 2009
Nuevamente, testigo.
El otro día, cuando íbamos caminando hacia la iglesia, Ana Karen (de cuatro años), Tania (de siete) y yo, al saber que íbamos tarde, Ana Karen dijo "llegar tarde es entristecedor ¿verdad?" y yo no pude reaccionar muy rápido, pues me di cuenta de que estaba ante una de esas perlas que los niños a veces sueltan para que los adultos entendamos mejor el mundo. Antes de que yo reaccionara, Tania redondeó el asunto con otra perla: "¡Ana Karen, hablas como un poeta!".
Esas perlas que sueltan los niños, pienso que se deben a que siente y piensan cosas tan grandes y tan complejas, que el vocabulario estandarizado no les alcanza, y van y construyen la expresión que les viene bien. Y yo soy feliz de ser testigo de su crecimiento y de su construcción.
Esas perlas que sueltan los niños, pienso que se deben a que siente y piensan cosas tan grandes y tan complejas, que el vocabulario estandarizado no les alcanza, y van y construyen la expresión que les viene bien. Y yo soy feliz de ser testigo de su crecimiento y de su construcción.
jueves, 24 de diciembre de 2009
La felicitación y el regalo de Google
Entiendo que es poco probable que lo que voy a poner sea nuevo para ti, sobre todo porque justo en este momento estás siendo "cliente" de Google. El asunto es que me gustó la felicitación-regalo que Google envió a sus, diría yo al estilo antiguo "clientes y amigos", y que puede verse en este lugar.
Pienso que si Google continúa haciendo honor a su lema (Don't be evil), pasará a la historia como una organización que contribuyó grandemente a la conciencia global de los seres humanos.
Pienso que si Google continúa haciendo honor a su lema (Don't be evil), pasará a la historia como una organización que contribuyó grandemente a la conciencia global de los seres humanos.
domingo, 20 de diciembre de 2009
La comida del clan Moguel
Como muchas otras familias, mi clan hizo una comida navideña. Éramos unas 50 o 60 personas, todos muy distintos, pero con rasgos (físicos y comportamentales) comunes, que me hicieron sentir, en algún momento de la comida, como integrado, como parte de un todo más amplio, variado e interesante.
Extrañamos mucho a los que no pudieron ir, tanto quienes tuvieron otra actividad como quienes ya trascendieron y están en nuestros corazones (lo cual no impide que extrañemos sus voces, sus miradas, sus sonrisas).
Lo que quería compartir es la sensación de cobijo que da pertenecer a algo así. Pienso que si todo mundo pudiera sentir que, a pesar de ser diferente a los demás, a veces muy diferente, tiene un sitio en una familia extensa que lo acepta, habría menos conflictos y luchas. Mogueles: tenemos algo que no se compra. Ojalá podamos hacerlo perdurar, y logremos que nuestros hijos también lo tengan.
Extrañamos mucho a los que no pudieron ir, tanto quienes tuvieron otra actividad como quienes ya trascendieron y están en nuestros corazones (lo cual no impide que extrañemos sus voces, sus miradas, sus sonrisas).
Lo que quería compartir es la sensación de cobijo que da pertenecer a algo así. Pienso que si todo mundo pudiera sentir que, a pesar de ser diferente a los demás, a veces muy diferente, tiene un sitio en una familia extensa que lo acepta, habría menos conflictos y luchas. Mogueles: tenemos algo que no se compra. Ojalá podamos hacerlo perdurar, y logremos que nuestros hijos también lo tengan.
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