Querido Nube azul:
Querida Ríe y transforma:
Querida Baila con el corazón:
Este día los dejo por un tiempo, los dejo con pesar en mi corazón, porque ustedes le dan sentido a lo que hago, y llenan mis días de ternura. Tengo que ir a hablar con gente de otra tribu, una tribu lejana, más allá de las montañas altas. Es gente que quiere saber qué hacemos aquí, qué creemos aquí, qué entendemos y qué nos falta entender. Yo también quiero saber qué entienden, que saben, qué creen.
Me voy por muchas horas, muchos días, tal vez demasiados. A veces me pregunto por qué voy allá, lejos. ¿No podemos estar juntos siempre, olvidar lo que hay detrás de las montañas, solo reír, y comer, y contar historias, juntos?
No podemos. No debemos. Creo sinceramente que es lo mejor para todos que pongamos nuestro rostro y corazón en una bandeja, y la presentemos a los amigos lejanos. Ellos también pondrán su rostro y corazón, y nos los mostrarán. Y entonces los entenderemos, y seremos más sabios.
Me llena de tristeza alejarme de ustedes, tan pequeños y felices, tan atentos a lo que digo y hago para ustedes.
Tan amados.
Pero uno se reúne con los amigos de otras tribus con la esperanza de, juntos, ser mejores, dar mejores cosas a ustedes, que hoy reciben y mañana darán.
Tal vez más adelante ustedes visiten otras tribus, busquen ser mejores y traer conocimiento precioso, y yo sea el que espere, cuidando nuestra fogata.
Pronto volveré, si el gran espíritu así lo quiere, y entonces trataré de repartir lo que nos dan nuestros hermanos lejanos. Ya quiero estar de vuelta y mirar los ojitos de Baila con el corazón, escuchar las canciones de Ríe y transforma, conocer las aventuras de mi noble Nube azul.
Dice Ríe y transforma que, si puedo, le traiga algo. Pero que prefiere que vuelva, aunque no le traiga nada. Luego razona que, si no vuelvo, no podría traer nada, de todos modos, y se ríe.
Yo voy a hacer todo lo mejor que puedo y sé, y luego voy a volver. Y el camino de vuelta a casa será el más luminoso, como siempre.
Mi mejor parte se queda con ustedes, siempre suyo,
Perro sin raza.
Bonita carta de despedida para esos pequeños, doctor. Cuando leo estas cosas me doy cuenta de que mi padre era mudo, tal vez ciego. ¡O tenía tanto miedo de escribir algo así!!! Bueno saberlo de regreso aunque ya no esté más en su TL en twitter. Y por supuesto, ya lo decía Benedetti: El sur también existe, aunque sea sólo para nosotros mismos.
ResponderEliminarCon mucho afecto y respeto
Malamadre