Ideas, cuentos breves, pseudopoesía, diálogos de la vida real, preguntas. Todo calientito y listo para llevar.
lunes, 4 de junio de 2012
Los genios secretos
Escalopendra (mi tátaranieto que viene del futuro) y yo estábamos jugando Mahjong en una tarde lluviosa cuando se me ocurrió decir lo que siempre digo cuando algo me parece demasiado ingenioso:
-¿Quién habrá sido el inventor del Mahjong?
Al mismo tiempo, como si se hubieran puesto de acuerdo, Escalopendra y Turandot (su súper computadora de bolsillo, que también estaba jugando con nosotros) me respondieron: -Seguramente es obra de algunos genios secretos.- Y Turandot agregó: -¿Quieres que averigüe, Tátara?
-Lo primero que quiero es averiguar quién te dijo que me podías decir Tátara. Y tú no te rías, muchacho. Ya vi que es un complot en mi contra.
-¡Un complot! ¡Un complot! ¿qué es eso? ¡Qué chilja palabra! Déjame adivinar... hum... suena como a pastel suave de frutas. Pero...
-Por el contexto,- dijo Turandot, arruinando la diversión -me parece que es un plan en contra de alguien. Y te toca elegir ficha a tí, Tátara.
-Tátara. Mi Tátara. ¿Cómo podrían tu nietecito y su inocente computadora estar en contra tuya?
Yo decidí rebobinar. Cambiar el tema. Regresar 2 pasos en el tiempo mientras hacía mi jugada de Mahjong. Ya conozco los enredos que causa mi nietecito cuando se mete en el discurso de la inocente computadora.
-A ver, vamos a olvidar eso. Ya está en el pasado. Se fue. Respira, aspira. A ver. Yo sólo quiero saber qué es eso de los genios secretos.
Turandot, servicial: -¿Versión corta, larga? Sugiero una versión intermedia que no utilice palabras ni conceptos desconocidos a principios del siglo XXI.
-Eeh... sí, suena bien. Procede. -Me hace sentir muy importante que Escalopendra me haya dado privilegios de usuario normal al registrar mi voz en Turandot.
-A mediados del siglo XXI, cuando las técnicas de correlación se perfeccionaron y finalmente se colocaron en lenguaje llano para que todo mundo pudiera aprovecharlas, una mujer, Yvonn Hernández hizo un descubrimiento muy interesante. Al parecer, si uno correlaciona un gran descubrimiento (pongamos por caso, el Mahjong, la pintura al temple, la silla, los circuitos integrados, la ley de gravitación universal, la rueda, el flan de queso) con toda la información que recibió el inventor oficial a lo largo de su vida, siempre encuentra que:
1.Otra persona tuvo la idea revolucionaria base
2.Una segunda persona desarrolló la idea y la mejoró.
3.Un amigo de esas dos personas comentó el tema accidentalmente con el inventor oficial
4.El inventor oficial, enfebrecido, puso a prueba la idea hasta sus últimas consecuencias, hasta que salió, tal como lo conocemos, el flan de queso. O el Mahjong. O los circuit...
-Ya, ya entendí. Te toca jugar, Escalopendra. ¿Eso pasa con todos los inventos?
-Bueno, no con todos, Tatarita. Pero en muchísimas ocasiones se ha verificado este patrón. Dime, Turandot ¿ya se puso a prueba con el Mahjong, o lo usaste como un ejemplo rupestre?
-Sólo un ejemplo. No se sabe en este momento quién inventó el Mahjong. Y sigue siendo tu turno, Escalopendra.
-¿Podríamos averiguar? -Pregunté. Soy adicto a las investigaciones especulativas utilizando la capacidad de Turandot.
-Claro. Basta con darle los parámetros a Turandot. Turandot.
-A la orden.
Me eché hacia atrás en el sillón y me preparé a ver uno de esos intercambios hombre máquina que tanto me gustan.
-Vamos a rastrear las ideas que dieron origen al Mahjong. ¿De qué tamaño tiene que ser el intervalo temporal? ¿Se inventó hace 5000 años?
-En realidad, en algún punto entre el siglo XIII y el siglo XIX
-Ah, bueno, ya vamos de gane.
-¿En la Unión de Estados Multicolor Mariposa o en Chapón?
-En una parte de la UEMM, que en ese entonces (y también en el siglo XXI, en el que te recuerdo que estamos) se llama China.
-Ah, perdón, yo qué sabía. Bueno en esa China, pues. ¿Sabes lo suficiente de esa época y lugar?
-Casi todo lo suficiente. Me faltan algunos datos, pero lo podemos resolver con tres sondas témpora.
-¿Qué es eso? ¿Qué es eso? -Pregunté pues esa parte era nueva.
-Las sondas témpora son pequeños artefactos que hacen grabaciones de audio, sonido y olor en el lugar y tiempo en que se les coloque. Sirven para completar una matriz de información cuando se sabe que ésta es incompleta o imprecisa. Turandot, manda las sondas.
-Sondas enviadas. Las sondas han vuelto. Analizando información de las sondas. Completando matriz de datos. Te toca jugar, Andrés.
-¿Eh?
-¡Que estamos jugando Mahjong, abuelito! ¿se te olvidó?
-Ah, cierto. A ver, déjenme ver. Si yo...
-Procesamiento completo ¿Quieren un informe?
-Procede. Un resumen, solamente.
-El Mahjong tiene 23 genios secretos que le dieron forma a lo largo de 3 siglos. El primero soñó que era una mariposa que se posaba en flores pintadas en papel, y los movimientos de flor en flor le hicieron concebir la primera versión del juego al despertar. Lo contó a 4 amigos durante una borrachera y ellos, ocurrentes, dieron ideas para hacer variaciones. Luego todos lo olvidaron, menos uno de ellos, que ya viejo enseñó lo que recordaba de la versión que más le había gustado a su nietecita. Durante 72 años el juego fue tradición exclusiva de la familia, y se jugaba con naipes. 7 personas de la familia hicieron mejoras al juego en ese tiempo. Para halagar a su novia rica, el más joven de la familia decidió tallar en bambú la primera versión que se hizo en forma de fichas, y el padre de la dama lo comercializó en la región. Un tonto que entendió mal el juego original fue a enseñarlo a zonas lejanas, y fundó un grupo de jugadores que luego se consideraron a sí mismos como los jugadores de la versión verdadera. Uno de ellos escribió las reglas según las entendía y otro las tradujo al italiano, buscando exportar el juego. Ambos hicieron cambios involuntarios pero fundamentales en el juego. 6 comerciantes, sucesivamente, hicieron simplificaciones buscando que el juego fuera gustado en occidente. El último de ellos escribió un librito, Las reglas del Mahjong que perdura hasta el siglo XXI (y perdurará hasta el nuestro) y que contiene la variante conocida como Hong Kong.
-Estoy muy impresionado, Turandot -le dije. -¿Puedo pedirte que ahora rastrees el origen de la Ley de gravitación universal? Ah, y por cierto, te toca.
-Ningún problema, Andrés. Paso a hacerlo. Permiso para poner una sonda temporal.
-Envíala. -dijo mi tataranieto.
El resto del juego, Turandot estuvo callado, y Escalopendra muy sobresaltado. Cuando al fin grité ¡Mahjong! mi descendiente con cara compungida dijo: pero, pero, estamos jugando un juego muy complicado. Turandot tenía que ganarnos o halagarme ayudándome de manera imperceptible para que yo ganara. ¿Cómo es posible que tu cerebro primitivo y sin implantes nos haya ganado?
-Querido Escalopendra, supongo que Turandot mordió un hueso más duro de lo que puede roer. Turandot, por favor, detén un momento tus cálculos.
-Ggggggrrracccias -dijo con una voz que parecía una cafetera a punto de descomponerse.
-Dime Turandot ¿te parece probablemente cierta la idea de que mientras más compleja sea una idea, más parámetros requerirá el rastreo de los genios secretos detrás de ella, y más poder de procesamiento será necesario?
-No sólo me parece probablemente cierta. Ni siquiera llegué a vislumbrar de dónde antimonios salió la idea fundamental de los p-p-papiros matemáticos de Moscú...
-Mahjong -dije de nuevo, con serena alegría.
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