domingo, 9 de diciembre de 2012

Nueva visita a El cuaderno de John y Paul


Hace varios años escribí el cuento en que mi imaginario tataranieto me llevaba, en su máquina del tiempo, a visitar a John Lennon y Paul McCartney cuando eran muchachos, a un pasado alternativo en que la tía Mimí de John no perdía el cuaderno de apuntes de ambos. Ese cuaderno de apuntes me obsesiona, pues al parecer, contenía canciones que nunca se grabaron, de los primeros tiempos de los Beatles y la tía lo tira, lo regala, lo traspapela o algo porque no le da importancia. Siempre me he preguntado qué podríamos haber oído si ese cuaderno no se hubiera perdido, o qué pasaría si encontráramos una manera de recuperarlo. El cuento es una de las improbables posibilidades. 

Ayer, Pablo, de 12 años y buen fan de los Beatles se acordó del asunto del cuaderno y la tía Mimí, y me dijo lo que yo debo haber dicho muchas veces "si tuviéramos una máquina del tiempo..." Pero luego, encontró otra línea de pensamiento, que yo en tantos años nunca había considerado: "otra opción sería estimular al máximo la memoria de Paul McCartney y recuperar cada detalle del cuaderno desde ahí". Y yo me quedé mudo de asombro de que ese muchachito hubiera dado con esa otra idea.

El futuro es de los jóvenes, no cabe duda. Ojalá hubiera modo de que Sir Paul se embarcara en esta idea.

El cuaderno de John y Paul

Este cuento ya lo había yo puesto en wordpress en junio 3 de 2009. 
Pero... tengo una razón para relanzarlo.Mi siguiente post explicará cuál es.

Mi tataranieto Escalopendra 2.0 holgazaneaba en el sofá de la sala. Ya conozco sus ritmos, así que sabía que estaba por soltarme una bomba para que me activara. Pero no pensé que sería algo tan grande.

-¿Sabes, Tátara? - me dijo - una cosa bonita son las ucronías ¿no crees?
- Hum. Por el título no la conozco, pero si me la tarareas...
- No es gracioso - dijo, y se calló. Me cuesta mucho trabajo entender los modos de finales del siglo XXIII. A veces son más expresivos, y a veces son más parcos. De todos modos, siempre me alegra cuando él viene al siglo XXI. Aunque sea a callarse y poner caras desde el sofá.

Intentó por otro ángulo:

- Qué regada, la de la tía Mimí, de John Lennon ¿no?
-¿Eh? ¿Cuál fue la regada? ¿Criarlo como un hijo? ¿Dejarlo ser creativo?
- No, no. Esa cosa de que tiró a la basura un cuadernito que tenía más de 100 canciones escritas por John y Paul, porque lo vio muy feo y roto. Canciones que ellos luego no pudieron recordar.
- Claro. Siempre me he preguntado... ¡diablo! me estás haciendo caer en tu juego. Ya una vez trajiste tu supercomputadora de bolsillo para presumirme que se podía simular un producto de un pasado alternativo, siempre y cuando se le dieran suficientes parámetros. Fue divertido. Y también se refería a los Beatles, así que no me estás planteando nada nuevo.
- Lo recuerdo. Y me alegra muchísimo que en esa ocasión no hayas dicho algo como ¿qué hubiera pasado si Hitler ganaba? ¿Qué si el Imperio Romano no se desmoronaba? ¿y si el antepasado de los mamíferos se ahogaba en una charca oscura? esas preguntas siempre me aburren. Son las que todos se hacen. Y me hacen, en mi calidad de único custodio de La máquina del tiempo en el siglo XXIII. Y... bueno. No pensaba traer hoy mi computadora, ni simular un producto. Pensaba en hacer una -aquí paladeó lenta y golosamente la palabra- ucronía.
- Rediablo. Está bien. Me rindo ¿qué es una ucronía?

Feliz, me explicó algo que seguro tenía pensado desde hacía más de una hora:

- Pues es un término que primero se aplicó sólo a la especulació literaria sobre los ¿qué hubiera pasado si...?; pero tras la invención de La máquina del tiempo se decidió llamar de ese modo a los desplazamientos a universos alternativos. ¿Sí te he contado que sólo considerándolos es posible viajar en el tiempo sin una máquina enclavada en el pasado?
- Eh... ya te dije que soy psicólogo. No creo lograr entender eso. Pero a ver, el otro tema sí que me interesa. Según yo, creo que me estás diciendo que me dejarías subir a tu máquina del tiempo y que nos desplazáramos a un universo alternativo en el que la tía Mimí no rompiera el cuadernito de canciones de John y Paul.
-Cree y acertarás.
-¿En serio me llevarías?
-Clarión.
-¡Querido tataranieto!
-No nos pongamos emotivos. Busca una chamarra de cuero negro, una camiseta blanca y unos jeans. Nos vamos ya, o no llego a la policena que tengo esta noche en casa.
-Listos.
-Vámonos.

Le quitó una pequeña carátula al horrible anillo que siempre usa, y por primera vez, ví como funcionaba el asunto. Sin carátula, del anillo salió una luz que en vez de viajar en línea recta se tejió en una especie de campana alrededor de Escalopendra. Él me urgió a que me metiera en el haz de luz, y cuando lo hice sentí un jalón de pies. Parecido al sobresalto que a veces se siente cuando uno está a punto de dormirse.

-Se siente como cuando sueñas que te caes. ¿No será que en sueños...?
-Nada de metafísica. Esto es ciencia pura, abuelete.
-Bueno, nomás era por hacer conversación en lo que llegamos.
-¿Te figuras que esto es un viaje a Cuernavaca por la carretera vieja? Ya estamos.
-¿En dónde?
-Liverpool, Inglaterra, mediados de los años sesenta del siglo XX. Universo alternativo en que todo es igualito, justo hasta antes de que la tía Mimí tirara el cuadernito a la basura (en nuestro universo). Los cambios, es decir, la disociación de este universo, empezaron a partir de que aquí ella decidió no tirarlo, sino guardárselo a los muchachos y devolvérselos cuando regresaran de Alemania.
-Bueno, maravilla. Dios salve a la reina y todo eso. ¿Vamos a La Caverna? ¿o ya son demasiado famosos?
-Averigüemos.

Caminamos hasta el Cavern Club, y al llegar, nos dimos cuenta de que ahí estaban los Beatles. Había una gran cantidad de adolescentes en la puerta, tratando de entrar. Emocionado, Escalopendra inventó un truco para que pasáramos (le encantan los Beatles. Creo que se debe a mis genes). Mostró una insignia y dijo que era del grupo de Brian Epstein. Pronto, él y yo estábamos en lugares preferenciales. John inició una canción:

- You're gonna miss that friend
-(Yes, yes you're gonna miss a friend)
-You're gonna miiiiss that frieend
Every time
you see the people
again.

Algo estaba mal. Terriblemente mal. Algo muy equivocado. En la batería estaba un desconocido (no, no era Stuart. Era un Auténtico Desconocido). ¡Paul en el requinto y George en el bajo! La canción que tocaron, alegre pero no más, terminó y atacaron otra. Ahora era Paul el que cantaba:

-Scrambled eggs
all my troubles seem so faar away
now I look at ham and rice again
oh I'm in need of holydays

-¡Dios mío, Escalopendra!
-Todo tuyo, Lazarus. Rayos, no tenemos nada qué hacer aquí. Este grupúsculo es famoso a nivel local, y las letras de sus canciones apestan. Mejor nos hubiéramos ido a ver a los Monkeys.
-No, no exageres.
-Tienes razón. Pero de todos modos, estos Beatles son muy malos. Y ese baterista se luce demasiado.

Al regresar, bastante decepcionados, a nuestro venturoso universo, nos tomamos un chocolate caliente (para el susto), y desarrollamos, poco a poco, una teoría: que en el cuadernito que tiró esa santa mujer, esa dama entre las damas, Mimí, había versiones chafas de muchas canciones. Al tirarlo, obligó a su sobrino y al otro muchachito a que se olvidaran de la música o las reescribieran. Y, al parecer, las reescribieron y en esa segunda vuelta la cosa fue mejor. Pero en la ucronía que visitamos, se conformaron con la primera versión, con lo primero que se les ocurrió, y como tuvieron un éxito moderado, no buscaron ser más, no alcanzaron todo su potencial, porque no lo necesitaron.

-¿Sabes, Escalopendra? Creo que esto nos demuestra que lo que sucede está bien, que aunque nos parezca malo de momento, todo tiene un sentido.
-Amén, Brother - Contestó mi irreverente tataranieto, antes de irse a su policena en el siglo XXIII.

domingo, 14 de octubre de 2012

Tania, heredera espiritual de Samaniego, Esopo y LaFontaine

Tania, de 10 años, hizo esta fábula como tarea:


Los 2 Tiburones
Había una vez 2 tiburones que eran muy amigos y nunca se peleaban. Un día un tiburón le dijo al otro: Acabo de ver un banco de peces grises que iban hacia el norte. ¿Por que no vamos a atrapar algunos?
El otro le contestó: Ay no, mejor esperamos a que nos sirvan la cena, al fin y al cabo otros tiburones siempre atrapan muchos peces que podremos cenar. Si quieres ve tú, pero yo tengo mucha flojera.
El primer tiburón dijo: pero y si no atrapan muchos peces y luego no tienes que cenar  yo no te voy a compartir ninguno de los muchos peces que atrape.
Dicho esto se fue hacia el norte para atrapar los peces. Se la pasó toda la tarde buscando y cazando hasta que tuvo gran cantidad de peces.
Cuando regresó de su búsqueda su amigo le dijo: Oye los tiburones no cazaron ni un solo pez. ¿No me compartes uno de tus peces? Ya que tu tienes muchísimos peces.
El otro le contestó: yo te advertí así que ahora no te voy a dar ni un solo pez.
Esa misma noche el tiburón flojo se murió de hambre mientras que el otro tiburón tuvo un magnífico banquete esa noche y todas las demás.


Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Nuevo homenaje a Benedetti


Hace 4 años, antes de que muriera el querido autor publiqué lo que sigue en otro blog. Hoy, cumpleaños de Benedetti, me pareció buena idea traerlo para acá:


O sea, 
resumiendo 
estoy jodido 
y radiante 
quizá más lo primero 
que lo segundo 
y también 
viceversa.


Mario Benedetti
Ale Delgado me contaba el otro día una historia de su amiga Silvia Aurora, que viajó de la Ciudad de México a Montevideo a buscar a Benedetti. Mientras me lo contaba me enternecí mucho, tanto porque la historia es muy bonita, como porque recordé cómo hace muchos años mi hermana Carmen se emoncionó al recibir una gentil carta de Ernesto Sabato, en respuesta a una que ella le había escrito. Pienso que muchos de nosotros tenemos algunos autores muy queridos a quienes nos gustaría tener la oportunidad de agradecerles lo mucho que nos han dado. Ale pensó en el momento que me estaba poniendo sarcástico, pero eso es porque no me conoce muy bien, o porque alguno de mis mecanismos de defensa colocó la sonrisa torcida de canalla que pongo a veces para no mostrar que me estoy deshaciendo en lágrimas por dentro. Unos días después Ale me mandó el texto de su amiga, y me gustó tanto que le pedí que me permitiera ponerlo aquí. Silvia Aurora fue muy generosa y aceptó, así que pongo aquí el trocito que trata sobre lo que me contó Ale el primer día:
"Aunque no me lo crean hoy desde que me levanté me sentía nerviosa porque la intuición me decía que hoy sí lo iba a encontrar en el bar donde come. Así que me vestí con la ropa más decorosa y bonita que traigo (que la verdad ahora se limita a 2 ó 3 cosas con este calor de 34° y yo básicamente con ropa de invierno). También me pinté y me peiné.
Llegué y di algunas vueltas antes de entrar, finalmente me decidí y lo primero que vi al entrar fue a Benedetti sentado con Daniel Viglietti y otras 2 personas, por supuesto me quedé como idiota. Ustedes me conocen lo tonta que me pongo cuando me emociono, así que me describo: piernas temblorosas, lágrimas en los ojos y sin saber si salir corriendo o sentarme en una mesa, creo que pasaron algunos segundos hasta que pude caminar a una mesa muy cercana a ellos. Benedetti me quedaba de espaldas, de frente Viglietti, que aún con sus más de 60 años sigue siendo guapo e interesante.
Pedí una tarta pascualina y un vino que comí acompañados de lágrimas que no podía evitar, no era un llanto constante, eran lágrimas de emoción que salían de repente y sin ningún control.
El mesero que me atendió me veía y tuve que decirle es que emociona mucho porque dígame si estoy equivocada pero ¿no son Benedetti y Viglietti los que están en esa mesa?. Por supuesto me lo confirmó y yo continué con el llanto y con la comida.
*

Como les decía Benedetti me quedaba de espaldas así que mi vista me dejo ver de espaldas a un hombre al que no solo quiero muchísimo, si no que también me mostró una estampa parecida a mi papá (más llanto): cuerpo cansado y chiquito, pero comiendo con gusto, con su copa de vino y riendo y hablando con sus compañeros.
Creo que Viglietti se dio cuenta de mi mirada insistente porque volteó algunas veces a verme, por supuesto yo de inmediato desviaba la mirada. Toda la comida me la pasé pensando que iba a ser incapaz de acercarme a interrumpir esa comida que solo de presenciarla ya me hacía feliz. Además con ese nerviosismo iba a hacer puras tonterías. Y así fue.
Terminaron su comida, pidieron un café y al terminarlo Viglietti se fue. El mesero se acercó y me dijo no trae un libro de Benedetti, sin esperar respuesta me dijo acérquese le va a dar gusto que lo salude.
Finalmente me levanté y en ese momento Viglietti volvió a entrar, así que el señor que estaba junto a Benedetti se levantó para acercarse a él, cuando lo hizo yo ya estaba junto a Benedetti. Lo saludé le dije que era mexicana y que era un honor conocerlo personalmente. Me senté junto a él (no sé si él me dijo que me sentara o si yo tomé la confianza de hacerlo) y me empezó a decir cosas: “así que es mexicana, yo quiero mucho a México pero ya no puedo ir por la contaminación, la última vez que fui me desmayé 2 veces”. No recuerdo más porque ya la garganta se me había cerrado, me dolía y sabía que en cualquier momento me iba a poner a llorar sin control, así que me levanté de golpe, lo toqué en la espalda (no pude evitar tocarlo) y sólo le dije “En México lo queremos mucho” y me fui, como una verdadera tonta.
Por supuesto todo el camino de regreso lloré y lloré. Me fui a la playa a tomar el sol y a llorar un poco más. Hoy no tuve ganas de hacer nada. Simplemente no lo puedo creer."
--
De nuevo el Andrés de 2012. Estaba sin palabras en 2008, cuando me contaron esta anécdota. Hoy, mis palabras son: ¿qué homenaje más bello puede hacérsele a un poeta que quererlo tanto que sea imposible mostrárselo? Silvia Aurora fue hasta Montevideo sólo para conocer a Benedetti y agradecerle su obra. Pero no se lo pudo decir. Lo luminoso en este acto está en la intención, y en las lágrimas y dificultades para atreverse. Creo que eso pasa muchas veces.
*Por supuesto, en la foto están Benedetti y Viglietti, pero la foto no corresponde a la ocasión que se cuenta.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Disculpa, no doy autógrafos


Una vez más, a pesar del complicado tráfico de la ciudad, arriesgando locamente nuestras vidas, el chofer (¿Ramiro, se llama?) logró que llegáramos a tiempo a la alfombra roja. Antes de bajarme del lujoso auto, verifico todos los detalles: peinado impecable, dientes perfectos (aliento fresco), mirada limpia (unas gotas en los ojos, de todos modos, para que brillen y derritan corazones), ropa perfectamente ajustada a mi musculoso y bronceado cuerpo. Abro la puerta, entrecerrando los ojos, pues sé que vienen los flashasos de innumerables cámaras de fans y prensa.

Pero no hay flashes. No hay prensa. ¡No hay fans!

Supongo que llegué temprano. O tarde. Mejor, porque de esa manera, puedo entrar tranquilamente a la suite que ya está preparada para mí, en lo que espero a que me nombren y salgo a recibir mi premio. Botella de champagne, sillón ergonómico, música suave. Todo bien, como siempre. Excepto ese tipo repugnante, mal vestido y despeinado, con mirada insulsa y que respira todo el tiempo como si acabara de correr un maratón o fuera asmático.

-Oyes, oyes, Boris.
-Disculpa, no doy autógrafos. Pero habla con mi representante. Seguro él te puede facilitar uno de los que... de los que firmé antes.
-No, oyes Boris.
-Lo siento. Entrevistas, tampoco.
-No, oyes Boris.
-Eres un fastidio. Si estuvieran por aquí los de seguridad, ya te habrían sacado.
-Pero no están. Oyes Boris.
-¿QUE?
-Oyes, Boris, yo te he visto en tu telenovela. Es muy bonita tu telenovela.
-Gracias, me alegra que te guste. Ahora, si me disculpas...
-Es que sales con tu novia, y es bonito cómo se quieren. Se ve que se quieren de verdat.
-(poniendo los ojos en blanco) sí, sí, es muy bonito. Ella es buena actriz, y por supuesto, ayuda a resaltar mis grandes dotes de histrión. Está muy bien que te guste y bueno, está bien, te voy a dar un autógrafo si eres buen chico y te retiras después de eso ¿sale?
-No, oyes, Boris. Es que a mí me pasó algo muy parecido a lo que les pasa a ustedes. Eso no es bonito. Es muy triste.
-¿De qué estamos hablando? Pasan muchas cosas en la telenovela.
-Es que cuando la tía de ella ¿comsellama? este...
-Katrina Creem.
-Ah, sí, cuando esta Katrina Creem empieza a hacerles la vida imposible ¿sabes? yo tenía una vecina que nos hacía cosas igual de feas, a mi gordita y a mí. Eso no es bonito, Boris ¿me oyes? eso es terrible.
-(suspirando) Sí, terrible. Qué bueno que te gusta la novela. Ahora, como sabes, me van a entregar un premio y tengo que...
-Oyes, Boris, pero lo que sí es bien padre es como la hermana de la novia... esta...
-Queta.
-Ah, sí, cuando esta Queta les ayuda a que la Katrina no les haga daño, y los defiende. Cómo hay gente buena en el mundo ¿verdad? yo creo que hay más gente buena en el mundo que mala ¿no? ¿tú qué piensas, Boris?
-Esteee... sí, claro. En la novela justo lo que queremos mostrar es cómo la gente buena puede más que la mala, y bla, bla, bla, en fin, es un encanto charlar contigo, pero creo que tendrías que irte ya pues tengo que prepararme para...
-No, Boris, pero tú eres muy bueno en la novela. Me gusta mucho cómo le hablas a Juanita cuando ella está triste por aquél mal hombre que la engañó. Este...
-Josafat Antonio. El que la engañó es Josafat Antonio.
-Ése. Es lindo cómo le hablas a la Juanita. Y eso que en la vida real, tú más bien le hicistes a varias buenas personas algo parecido a lo queleizo Josafat Antonio a la Juanita. ¿Te acuerdas de Claudia? ¿te acuerdas de Verónica?
-(alarmado) Oye, idiota, yo no sé de dónde sacaste esos nombres, ni esas ideas ridículas... ya lárgate, por favor ¡seguridad! ¡seguridad!
-(riéndose bajito) ten la seguridad que no van a venir. ¿qué crees que le pasó a Romi? ¿o a Felicia? ¿sí te acuerdas de ellas, o no han estado en tu pensamiento? ¿Teresa? ¿Bianca?
-¿Quién demonios te crees? ¿dónde está mi equipo de seguridad? ¿por qué no te largas de una vez?
-No, oyes, Boris, lo que pasa es que tus novelas tienen historias que conmueven. A mí me encantan.
-(cubre su cara con sus manos)
-En serio, Boris. Es lástima que no seas como tu personaje en la vida real. Quiero decir, es lástima que no hayas sido como él.
-...
-Sí, porque si así fuera, ahorita, después de que Ramiro chocara, no estarías platicando con una representación metafórica de tu castigo infernal, sino gozando arriba, probablemente tomándote una cheve y viendo el fut en las nubes.
-¿Qué ray...?
-Oyes, Boris, te quiero contar cuál es la parte que más me gusta de tu novela. Tengo mucho tiempo para contarte. Siéntate, aquí no hay a dónde ir. Me gusta mucho ¿sabes? la parte en que le dices a la tía Katrina que todo se acaba pagando, que si no tiene miedo del castigo que recibirá por sus pecados. Y cuando ella te contesta que no le teme ni al diablo jajajaja, qué ojos tan fieros te pone ¿verdad, Boris?
-Por... por favor...
-Y luego tú le explicas, con una mirada muy bonita, cómo la gente buena que se ayuda va a recibir su premio, y que tú tienes mucha fe... es muy bonita esa parte. Mi gordita y yo siempre lloramos cuando la vemos. Pero de alegría. La vemos una y otra vez. Y luego la tía se enoja, y hace cosas terribles. Es cuando trae al abogado y los desahucian de la casa ¿te acuerdas, Boris?

lunes, 4 de junio de 2012

Los genios secretos


Escalopendra (mi tátaranieto que viene del futuro) y yo estábamos jugando Mahjong en una tarde lluviosa cuando se me ocurrió decir lo que siempre digo cuando algo me parece demasiado ingenioso:

-¿Quién habrá sido el inventor del Mahjong?

Al mismo tiempo, como si se hubieran puesto de acuerdo, Escalopendra y Turandot (su súper computadora de bolsillo, que también estaba jugando con nosotros) me respondieron: -Seguramente es obra de algunos genios secretos.- Y Turandot agregó: -¿Quieres que averigüe, Tátara?

-Lo primero que quiero es averiguar quién te dijo que me podías decir Tátara. Y tú no te rías, muchacho. Ya vi que es un complot en mi contra.

-¡Un complot! ¡Un complot! ¿qué es eso? ¡Qué chilja palabra! Déjame adivinar... hum... suena como a pastel suave de frutas. Pero...

-Por el contexto,- dijo Turandot, arruinando la diversión -me parece que es un plan en contra de alguien. Y te toca elegir ficha a tí, Tátara.

-Tátara. Mi Tátara. ¿Cómo podrían tu nietecito y su inocente computadora estar en contra tuya?

Yo decidí rebobinar. Cambiar el tema. Regresar 2 pasos en el tiempo mientras hacía mi jugada de Mahjong. Ya conozco los enredos que causa mi nietecito cuando se mete en el discurso de la inocente computadora.

-A ver, vamos a olvidar eso. Ya está en el pasado. Se fue. Respira, aspira. A ver. Yo sólo quiero saber qué es eso de los genios secretos.

Turandot, servicial: -¿Versión corta, larga? Sugiero una versión intermedia que no utilice palabras ni conceptos desconocidos a principios del siglo XXI.

-Eeh... sí, suena bien. Procede. -Me hace sentir muy importante que Escalopendra me haya dado privilegios de usuario normal al registrar mi voz en Turandot.

-A mediados del siglo XXI, cuando las técnicas de correlación se perfeccionaron y finalmente se colocaron en lenguaje llano para que todo mundo pudiera aprovecharlas, una mujer, Yvonn Hernández hizo un descubrimiento muy interesante. Al parecer, si uno correlaciona un gran descubrimiento (pongamos por caso, el Mahjong, la pintura al temple, la silla, los circuitos integrados, la ley de gravitación universal, la rueda, el flan de queso) con toda la información que recibió el inventor oficial a lo largo de su vida, siempre encuentra que:
1.Otra persona tuvo la idea revolucionaria base
2.Una segunda persona desarrolló la idea y la mejoró.
3.Un amigo de esas dos personas comentó el tema accidentalmente con el inventor oficial
4.El inventor oficial, enfebrecido, puso a prueba la idea hasta sus últimas consecuencias, hasta que salió, tal como lo conocemos, el flan de queso. O el Mahjong. O los circuit...

-Ya, ya entendí. Te toca jugar, Escalopendra. ¿Eso pasa con todos los inventos?

-Bueno, no con todos, Tatarita. Pero en muchísimas ocasiones se ha verificado este patrón. Dime, Turandot ¿ya se puso a prueba con el Mahjong, o lo usaste como un ejemplo rupestre?

-Sólo un ejemplo. No se sabe en este momento quién inventó el Mahjong. Y sigue siendo tu turno, Escalopendra.

-¿Podríamos averiguar? -Pregunté. Soy adicto a las investigaciones especulativas utilizando la capacidad de Turandot.

-Claro. Basta con darle los parámetros a Turandot. Turandot.

-A la orden.

Me eché hacia atrás en el sillón y me preparé a ver uno de esos intercambios hombre máquina que tanto me gustan.

-Vamos a rastrear las ideas que dieron origen al Mahjong. ¿De qué tamaño tiene que ser el intervalo temporal? ¿Se inventó hace 5000 años?

-En realidad, en algún punto entre el siglo XIII y el siglo XIX

-Ah, bueno, ya vamos de gane.

-¿En la Unión de Estados Multicolor Mariposa o en Chapón?

-En una parte de la UEMM, que en ese entonces (y también en el siglo XXI, en el que te recuerdo que estamos) se llama China.

-Ah, perdón, yo qué sabía. Bueno en esa China, pues. ¿Sabes lo suficiente de esa época y lugar?

-Casi todo lo suficiente. Me faltan algunos datos, pero lo podemos resolver con tres sondas témpora.

-¿Qué es eso? ¿Qué es eso? -Pregunté pues esa parte era nueva.

-Las sondas témpora son pequeños artefactos que hacen grabaciones de audio, sonido y olor en el lugar y tiempo en que se les coloque. Sirven para completar una matriz de información cuando se sabe que ésta es incompleta o imprecisa. Turandot, manda las sondas.

-Sondas enviadas. Las sondas han vuelto. Analizando información de las sondas. Completando matriz de datos. Te toca jugar, Andrés.

-¿Eh?

-¡Que estamos jugando Mahjong, abuelito! ¿se te olvidó?

-Ah, cierto. A ver, déjenme ver. Si yo...

-Procesamiento completo ¿Quieren un informe?

-Procede. Un resumen, solamente.

-El Mahjong tiene 23 genios secretos que le dieron forma a lo largo de 3 siglos. El primero soñó que era una mariposa que se posaba en flores pintadas en papel, y los movimientos de flor en flor le hicieron concebir la primera versión del juego al despertar. Lo contó a 4 amigos durante una borrachera y ellos, ocurrentes, dieron ideas para hacer variaciones. Luego todos lo olvidaron, menos uno de ellos, que ya viejo enseñó lo que recordaba de la versión que más le había gustado a su nietecita. Durante 72 años el juego fue tradición exclusiva de la familia, y se jugaba con naipes. 7 personas de la familia hicieron mejoras al juego en ese tiempo. Para halagar a su novia rica, el más joven de la familia decidió tallar en bambú la primera versión que se hizo en forma de fichas, y el padre de la dama lo comercializó en la región. Un tonto que entendió mal el juego original fue a enseñarlo a zonas lejanas, y fundó un grupo de jugadores que luego se consideraron a sí mismos como los jugadores de la versión verdadera. Uno de ellos escribió las reglas según las entendía y otro las tradujo al italiano, buscando exportar el juego. Ambos hicieron cambios involuntarios pero fundamentales en el juego. 6 comerciantes, sucesivamente, hicieron simplificaciones buscando que el juego fuera gustado en occidente. El último de ellos escribió un librito, Las reglas del Mahjong que perdura hasta el siglo XXI (y perdurará hasta el nuestro) y que contiene la variante conocida como Hong Kong.

-Estoy muy impresionado, Turandot -le dije. -¿Puedo pedirte que ahora rastrees el origen de la Ley de gravitación universal? Ah, y por cierto, te toca.

-Ningún problema, Andrés. Paso a hacerlo. Permiso para poner una sonda temporal.

-Envíala. -dijo mi tataranieto.

El resto del juego, Turandot estuvo callado, y Escalopendra muy sobresaltado. Cuando al fin grité ¡Mahjong! mi descendiente con cara compungida dijo: pero, pero, estamos jugando un juego muy complicado. Turandot tenía que ganarnos o halagarme ayudándome de manera imperceptible para que yo ganara. ¿Cómo es posible que tu cerebro primitivo y sin implantes nos haya ganado?

-Querido Escalopendra, supongo que Turandot mordió un hueso más duro de lo que puede roer. Turandot, por favor, detén un momento tus cálculos.

-Ggggggrrracccias -dijo con una voz que parecía una cafetera a punto de descomponerse.

-Dime Turandot ¿te parece probablemente cierta la idea de que mientras más compleja sea una idea, más parámetros requerirá el rastreo de los genios secretos detrás de ella, y más poder de procesamiento será necesario?

-No sólo me parece probablemente cierta. Ni siquiera llegué a vislumbrar de dónde antimonios salió la idea fundamental de los p-p-papiros matemáticos de Moscú...

-Mahjong -dije de nuevo, con serena alegría.

sábado, 4 de febrero de 2012

Un juego inclusivo

Hoy, Ana Karen, Fernanda, Tania, Freddy y Pablo jugaron un juego muy inclusivo. 


Las reglas son simples, aunque hay que estar decididos a divertirse más que a competir. Se hacen dos equipos,  que se colocan como en un juego de voleyball, y aunque el chiste es pasar la bola al otro lado tratando de que no se les caiga, cada jugador puede utilizar diferentes movimientos y partes del cuerpo. Por ejemplo, Freddy, que es especialista en football, jugaba principalmente con su cabeza y sus pies. Pablo y Tania jugaban con sus manos, como voleyball. Las dos niñas más pequeñas tenían derecho a cachar la pelota antes de arrojarla. Esto permitió que el juego fuera muy parejo, a pesar de las diferencias de edades (niños de 6 a 12 años) y todos se divirtieron mucho. Por momentos, me recordaba el ajedrez, en que la acción diferente de caballos, torres, alfiles, permite tener un juego más completo. Me gustó mucho que ellos, espontáneamente, decidieran olvidar sus diferencias y lograr un juego juntos. Creo que hoy tengo mucha esperanza en la siguiente generación.